Un año de gran salto en nuestra sección de Cultura
Junto a las luchas, en diálogo con creadoras y creadores y afilando las armas de la crítica.
Como conocen nuestras lectoras y lectores, Prensa Obrera es un medio elaborado y sostenido de forma militante. Quienes realizan el trabajo de coberturas, redacción, edición, diseño, programación y redes ponen en él la mente y el cuerpo como lo hacen en cada acción de la clase obrera y de los movimientos de lucha, en cada batalla política revolucionaria, y como parte de esas acciones y de esa pelea.
Y si un año sostenido de actividad de una publicación ya es motivo de celebración y balance, ese trasfondo militante los amerita por partida doble.
En este mes de septiembre cumplimos un año de envíos de nuestro newsletter de Cultura, en donde compartimos semanalmente por mail los artículos de la sección con una base cada vez más amplia de suscriptores.
La entrega de un resumen semanal de estas características tiene de sustento toda una reestructuración en la sección de Cultura, basada en un trabajo colectivo de debate y elaboración iniciado previamente y que continúa desarrollándose. En el año transcurrido han seguido incorporándose colaboradores y colaboradoras, ampliándose el arco de disciplinas y acontecimientos de lucha abarcados, profundizándose los debates críticos y políticos, multiplicándose los intercambios con artistas. Tal es el proceso de crecimiento detrás de las más de 300 notas elaboradas y difundidas a lo largo de estos meses.
Movilizaciones y diálogos
La actividad de la sección empalmó con un proceso masivo de organización de artistas y trabajadores de la cultura a lo largo de 2020. Sucede que el profundo ajuste ordenado por el FMI, que estuvo en la base de la reciente derrota electoral del oficialismo, tuvo al sector como una de sus principales víctimas. El parate de actividades artísticas, como producto de la pandemia, fue aprovechado por los capitalistas y sus gobiernos para profundizar la ya marcada precarización del sector, con nuevos ataques a los convenios (la generalización del “modelo Netflix” en el audiovisual, por caso) y la persecución a los creadores (como los nuevos reglamentos contra artistas callejeros en la capital). Los aspavientos de Alberto Fernández y su ministro Tristán Bauer sobre “la mayor inversión en cultura de la historia” se deshacen ante una realidad de desocupación masiva de artistas y técnicos, de migración forzada a otras actividades y de flexibilización creciente en todos los rubros.
Semana tras semana, las asambleas, comunicaciones, marchas, actos y festivales de los colectivos artísticos –más de una por día, como recoge el libro Artistas y pandemia de Julio Cortés– fueron reflejadas en nuestras páginas por sus protagonistas directos, integrantes de las agrupaciones que conforman el Frente de Artistas. Y junto a ello, la denuncia de las conducciones burocráticas de los sindicatos del rubro -Actores (AAA), Músicos (Sadem), Cine (Sica), Televisión (Satsaid)-, que en su compromiso con el gobierno hicieron lo imposible por bloquear estas iniciativas y allanar la liquidación de los convenios.
Al calor de este proceso y de encendidos movimientos como el de mujeres y el ambiental, tuvo lugar un nutrido intercambio con hacedoras y hacedores artísticos que quedó reflejado en la sección. Decenas de músicos de todos los estilos participaron de la radio online de Músicxs Organizadxs, mientras que dialogamos sobre obras y luchas con actrices, actores, directores, escritores/as, críticos y cineastas como Dolores Fonzi, Laura Azcurra, Mirta Busnelli, Norman Briski, Selva Almada, Martín Kohan, Alejandro Rath y el colectivo Silbando Bembas, entre muchos otros.
Análisis y polémicas
Con la incorporación de nuevos colaboradores y colaboradoras, las reseñas de obras y figuras artísticas se expandieron en varias direcciones. A la sostenida producción sobre cine y series sumamos una ampliada crítica literaria –con el acento puesto en la escritura argentina y en la publicación local de autores/as internacionales-, musical –en donde tuvo protagonismo el rock, el jazz y la música urbana-, plástica y teatral.
El trabajo realizado en este aspecto vino también a mostrar la vitalidad de la crítica marxista –vitalidad de la que hablamos en ocasión del aniversario de muerte de León Trotsky– para abarcar los fenómenos sobresalientes de la producción cultural actual.
La indagación en todo un corpus de obras recientes permitió escudriñar, por caso, en la valiosa incidencia de la lucha de mujeres y diversidades, pero también en la frecuente tergiversación de sus reclamos. O denunciar la mistificación burguesa alrededor de la figura del “ídolo” en una serie de producciones sobre referentes musicales y deportivos, así como en las campañas electorales de los partidos patronales. Alrededor de las películas, discos y eventos relacionados con la masificada cultura hip hop, exploramos a una gran camada de artistas que se valen del rap para dar cuenta de los reclamos de una juventud pauperizada, al tiempo que denunciamos los ataques a la libertad de expresión por parte de las discográficas y la censura y persecución estatal. Asimismo, pudimos rastrear las variadas –y muchas veces contrapuestas- expresiones de la polarización social, la devastación capitalista del ambiente y la flexibilización laboral dentro del creciente ámbito de la ciencia ficción y el terror; o la potencia contestataria de toda una franja del documentalismo y de la nueva literatura argentina.
Y en todo este período, Prensa Obrera fue un canal de difusión y apoyo para quienes ligaron su arte a las grandes luchas populares del período, desde la batalla por el aborto legal en nuestros pagos a la rebelión colombiana, la pelea contra el golpe en Bolivia y la resistencia a la avanzada imperialista en Palestina.
Lo hecho y lo por hacer
Con esta revisión –necesariamente incompleta- de la actividad de estos meses, buscamos destacar la potencia del trabajo colectivo. Lo hacemos atentos a la importancia de hacer crecer nuestro abordaje, en extensión y hondura, y como un llamado a sumarse a nuevos colaboradores. En un tiempo de concentración sin antecedentes de la industria cultural, en que los gobiernos doblan sus ataques sobre los artistas y trabajadores del sector y las masas se ven cada vez más privadas del acceso a la cultura (como de todo bien), hay mucho por hacer en materia de crítica revolucionaria del presente.
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