Uruguay: los trabajadores votaron contra la reforma jubilatoria
El “Sí” en el plebiscito obtiene un millón de votos. La campaña de los políticos capitalistas bloquea su triunfo. El Frente Amplio y la coalición liderada por el Partido Nacional van a un balotaje de ajustadores.
Las elecciones se desarrollaron el 27 de octubre
El dato central de las elecciones uruguayas fue la incorporación de una papeleta para votar en el plebiscito jubilatorio, que estipulaba la eliminación de la jubilación privada (Afap), la baja en la edad jubilatoria y la equiparación de la jubilación con el salario, entre otros puntos muy sentidos.
Así lo entendieron la totalidad de los bloques patronales, quienes conspiraron contra su implementación. El Frente Amplio (FA) hizo propios los argumentos de Javier Milei contra los jubilados argentinos. Sus voceros y candidatos se pusieron la peluca e insistieron, sin ruborizarse, en que la aprobación del plebiscito rompería el equilibrio fiscal. La fórmula presidencial llamó a rechazarlo. El expresidente José Mujica fue llevado muy enfermo al acto de cierre de campaña para pedir que no votaran el plebiscito por la derogación de la reforma previsional.
La papeleta del “Sí” recibió casi un millón de votos, una cifra muy importante que muestra la firmeza de un sector de la clase obrera uruguaya y de la militancia de izquierda, sindical y popular de base. Sacó el 40% de los votos, lejos de la mitad más uno que necesitaba su aprobación.
Se trata de una fuerte reacción de la base popular, principalmente del Frente Amplio, contra la política antiobrera de sus dirigentes. Por la vía del “Sí”, los trabajadores uruguayos buscaron expresar la defensa de conquistas históricas que fueron quitadas por todos los gobiernos y que en sus 15 años el FA no quiso revertir. Un índice de esto son los 34 mil votos a favor del “Sí”, pero en blanco para presidente y legisladores. Se demostró el acierto de apoyar y desenvolver esta campaña que deja un gran activo militante y político de ruptura con el FA, a pesar de que el triunfo le haya sido arrebatado por el accionar de los políticos capitalistas.
En cuanto a la elección presidencial y legislativa, hubo sorpresas pequeñas. El triunfo -esperado- del Frente Amplio con Yamandú Orsi, con sus 44 puntos, superó lo obtenido en 2019. Pero este número no le brinda la holgura necesaria para llegar tranquilo al balotaje del 24 de noviembre.
El Partido Nacional (blancos) festejó el 27% que lo deja en carrera. La coalición de gobierno, integrada también por el Partido Colorado (que logró reposicionarse), Cabildo Abierto y el Partido Independiente, suma en forma aritmética 47 puntos, aunque ningún voto está nunca asegurado.
El “remonte” del Frente Amplio es modesto. Así y todo, un elemento importante es la posibilidad de ganar la mayoría en senadores en el escrutinio definitivo. El grupo de José Mujica, el MPP, tendría 9 de 15. Se trata de un refuerzo del ala más derechista.
El fuerte del FA sigue concentrándose en las grandes zonas urbanas, Montevideo y Canelones, donde sube unos pocos puntos porcentuales que, por concentrar la mayoría de la población, hacen la diferencia en el total general.
Por otro lado, el triunfo en algunos departamentos rurales debe ser matizado. El FA gana en dos distritos donde había perdido en 2019, Durazno y Tacuarembó, y obtiene el segundo puesto por muy escaso margen en Lavalleja. Allí capitaliza parte del derrumbe de Cabildo Abierto, el partido del derechista Manini Ríos. Pero el grueso de esos votos se va al Partido Colorado, que logra guarismos importantes en sus centros históricos. No estamos ante una radicalización en el campo, sino ante un voto conservador.
Un elemento novedoso fue el 2% obtenido por Gustavo Salle, quien construyó la campaña en base a su figura personal “antisistema”, con un tono izquierdista. Obtuvo dos diputados y quedó muy cerca del senador. Ha abrazado algunas causas populares (a la vez que rechaza otras) y militó el “Sí” a la derogación de la reforma previsional antiobrera en el plebiscito. Sus guarismos, igual que el 5% de blancos y nulos, son expresiones de la bronca que se incuba por abajo.
La izquierda, a pesar del paso adelante que supuso el frente Unidad Popular-Partido de los Trabajadores-Frente de Trabajadores, obtuvo resultados acotados, con unos diez mil votos. No logró ser la expresión viva de los miles que se organizaron desde abajo por el plebiscito, abriendo mesas y trabajos políticos en infinidad de barrios y concentraciones populares.
El Frente Amplio se jugó a una desmovilización general, lo cual contrastó con la acción militante por el “Sí”.
Nos encontramos ante la versión más derechista, por el momento, del FA. Su candidato Yamandú Orsi, apenas conocidos los resultados, no tuvo una palabra para los trabajadores. Su alocución se concentró en despejar los fantasmas de la burguesía, llegando a afirmar que desea establecer las mejores relaciones con el presidente argentino Milei.
Así y todo, no es claro que pueda vencer. El presidente Luis Lacalle Pou se va del gobierno con un alto nivel de aprobación a su gestión, que se ubica veinte puntos por encima de su fuerza partidaria, y tras haber logrado el control total del aparato. En eso contribuyó enormemente la docilidad del FA y en especial el ala Mujica que le aportó, en su momento, los votos para aprobar su ley ómnibus (la “LUC”), un anticipo de la Ley Bases de Milei.
La “izquierda” del FA, capitaneada por el Partido Comunista, evitó generalizar las luchas bajo el gobierno de Lacalle Pou con una verdadera huelga general. Más tarde, dilató el lanzamiento del plebiscito y, desde arriba, retaceó apoyos mientras las bases pedían organizarlo. Los trabajadores, o una buena porción de ellos, votaron al Frente Amplio con la nariz tapada. El Partido Comunista se plegó a este operativo desmovilizador sin críticas de fondo.
Es necesario unir a todos los trabajadores, militantes y sectores que impulsaron el “Sí” en el plebiscito en un frente de lucha contra las políticas antiobreras, sea cual sea el color del gobierno que suba. La derogación de la reforma previsional, la defensa del salario y la recuperación de las conquistas perdidas serán impuestas por la lucha, por la acción directa de los trabajadores y explotados. Nada bueno para los trabajadores se puede esperar de los pactos parlamentarios del Frente Amplio.
Un desafío para la izquierda que se reclama revolucionaria será concentrar la gran energía mostrada por las masas en la lucha por el plebiscito, y evitar que se diluya en apoyos a los políticos capitalistas.