La CGT: pilar de la gobernabilidad de Milei
Editorial de Gabriel Solano en el episodio #35 de 14 Toneladas.
La CGT entrando a la Rosada para entrevistarse con el gobierno (foto de archivo).
Cuando asumió Javier Milei, siendo que era evidente que su orientación política era de ultraderecha, había muchos sectores que decían que esto iba a plantear obligadamente una especie de unidad del campo popular; incluso, dentro del peronismo, se le decía a la izquierda: “las divisiones y diferencias que tenemos tienen que quedar en un segundo lugar porque ahora nos tenemos que unificar todos contra el gobierno de Javier Milei”.
Y esto, que era de alguna manera algo que se repetía mucho, nosotros lo vivimos bastante el 20 de diciembre del año pasado –ese día tuvo lugar la primera marcha contra el gobierno de Milei, impulsada por organizaciones piqueteras, el sindicalismo combativo, la izquierda y otros sectores independientes. Muchos decían y dicen: “la izquierda y el peronismo tienen que unirse”. Esto apareció, sin embargo, como una intención de una parte de la base peronista completamente justa, en tanto la unidad de los trabajadores es una condición para derrotar al gobierno de Javier Milei. Pero desde el punto vista político tenía mucho de ilusión… ¿por qué? Porque las divergencias que existían previamente, que ya estaban presentes bajo el gobierno de Alberto Fernández, se agravaron bajo el gobierno de Milei; y digo que se agravaron porque la ofensiva que ha lanzado el gobierno contra los trabajadores está exponiendo de una manera muy evidente el colaboracionismo de la burocracia sindical peronista con un gobierno de ofensiva capitalista.
Y el problema de la CGT está en el núcleo de la gobernabilidad porque la gobernabilidad de Milei, que tiene como estrategia una ofensiva capitalista contra la clase obrera, va a depender de cuál es la respuesta que los trabajadores den a esa ofensiva. Si los trabajadores son capaces de derrotar esa ofensiva o poner una resistencia cada vez mayor, la gobernabilidad del gobierno indudablemente va a caer. En cambio, si el gobierno tiene la capacidad de hacer pasar esa ofensiva, de eliminar conquistas de los trabajadores, de imponer reducciones salariales, de confiscar las jubilaciones, ese gobierno, incluso aunque originalmente parte de un cuadro de debilidad, puede sostenerse e incluso fortalecerse frente al pueblo. Y lo que estamos viendo en la Argentina justamente es que ese colaboracionismo de la CGT con el gobierno de Javier Milei ha sido cada vez más ostensible.
¿Por qué digo que es cada vez más ostensible? Porque durante los primeros meses del gobierno de Milei la CGT convocó a una movilización, luego un paro a fin de enero de este año y después convocó un nuevo paro en mayo; y, desde esa fecha hasta acá, directamente los burócratas sindicales se borraron definitivamente y pasaron a una política de colaboracionismo muy explícita, al punto que cuando se aprobó la Ley Bases, que incluía una reforma laboral, la CGT no convocó ni siquiera a movilizarse.
Es decir que bajo un gobierno ultraderechista, que agrupa a las fuerzas más reaccionarias de la política argentina, se aprueba una reforma laboral sin que la CGT convoque un paro o una movilización. Y ese punto, que ha dado mucho que hablar y nosotros lo hemos denunciado una y otra vez aquí en 14 Toneladas, habla de hasta dónde ha llegado el colaboracionismo de la burocracia sindical con el gobierno. ¿Qué refleja de fondo este colaboracionismo? Básicamente dos cosas: por un lado, que la burocracia sindical es una casta muy conservadora, agente directa de la clase capitalista al interior de las organizaciones obreras. Y su objetivo no es defender los derechos del pueblo argentino sino actuar dentro de las organizaciones obreras en defensa de intereses de clase hostiles a los del proletariado.
Y ese tema es crucial, porque poner un signo igual entre defensa de los sindicatos y defensa de la burocracia sindical es un grave error. La mejor manera de defender los sindicatos es echando a la burocracia y recuperarlos para los trabajadores. Este punto, insisto, es un punto crucial para nosotros. En segundo lugar, refleja que la clase capitalista hoy está apoyando abiertamente al gobierno de Milei, y la burocracia sindical, dividida en diferentes sindicatos, tiende a reflejar los intereses de la clase capitalista en los distintos gremios. Por ejemplo, la UOM tiende a reflejar los intereses de la burguesía industrial; el Smata tiende a reflejar los intereses de las grandes automotrices de Argentina; la burocracia de los servicios tiende a reflejar los intereses de las empresas de servicios; y, en general, en las divisiones en los sindicatos tiene mucho peso justamente cuál es la influencia de cada sector de la burguesía sobre la burocracia sindical.
Y hoy en Argentina lo que tenemos es que, de conjunto, la clase capitalista, más allá de divergencias, más allá de críticas parciales, tiende a apoyar al gobierno de Javier Milei porque defiende esa agenda contra los trabajadores; y, por lo tanto, las distintas fracciones de la burocracia sindical se han mandado a guardar. Esto, desde ya, no aparece en cada lugar de la misma manera y no niega crisis, no niega choques como el que acaba de haber hace un par de días atrás cuando Pablo Moyano renunció al triunvirato de la CGT denunciando justamente que la CGT no estaba luchando contra el gobierno de Milei. Entonces se produce un hecho muy interesante en esa renuncia. ¿Cuál es el tema interesante? Que Pablo Moyano renuncia a la CGT pero el sindicato camionero que dirige su padre, Hugo Moyano, dijo que se queda para negociar con el gobierno de Milei; y rápidamente nombró reemplazante para que Camioneros no solamente se quede en la CGT, sino para que se quede en el triunvirato dirigente, mostrando el alineamiento de un sindicato que en el pasado había sido opositor al menemismo y hoy permanece en la CGT para negociar con Milei los términos de la aplicación de su política.
Muchos avizoraban que el triunfo de Milei iba a dar lugar, o a una respuesta unificada de la CGT, o si eso no ocurría, a una ruptura de la CGT que termine dando lugar, como pasó en el pasado, a tendencias más combativas –como ocurrió bajo la década del 90 con el MTA, un movimiento que había sido encabezado por Camioneros de Hugo Moyano y también por la UTA. Hoy eso no lo tenemos, todas las fracciones de la burocracia sindical se quedan dentro de la CGT en una política de acuerdo con Milei. Y esto pasa también con las CTAs, que están discutiendo una especie de unificación después de distintas divisiones que han llevado a la CTA a la intrascendencia; una unificación que no tiene como punto de partida una lucha contra el gobierno de Javier Milei, sino cómo la CTA participa de las diferentes internas del peronismo para colocarse en una negociación política electoral de cara al 2025. A tal punto es así que esta unificación de la CTA iba a tener como punto fuerte la realización de una marcha federal para diciembre, que iba a concluir en Plaza de Mayo; y esa marcha federal finalmente no se realizaría, sino que está quedando reducida a una acción en Plaza de Mayo con la participación de los intendentes peronistas que en general están más alineados con Axel Kicillof que con Cristina Fernández de Kirchner. Es decir que claramente es una medida que integra lo que es la crisis del peronismo y se lleva adelante en función de la crisis del peronismo. Y no solamente eso, sino que esta marcha federal iba a ser también parte de lo que iba a ser una especie de “Matanzazo”, un gran acampe piquetero del cual iban a participar la CTA y la CCC –que integra Unión por la Patria. Ese Matanzazo lo han levantado. Lo van a mantener el Polo Obrero y el Frente de Lucha Piquetero. El resto de las tendencias, que lo habían planteado originalmente y que habían convocado a los sectores piqueteros combativos a sumarse, se bajaron para no incomodar al gobierno de Kicillof y en función por lo tanto de extender la tregua con el gobierno de Javier Milei, dejando la marcha del 5 como un elemento completamente aislado de lo que tiene que ser una resistencia real contra el gobierno libertario de ofensiva capitalista.
Entonces acá vemos que, en tanto la clase capitalista apoya el gobierno, las burocracias sindicales tienden a reflejar, es cierto, no de manera automática, pero finalmente a reflejar los intereses de los sectores capitalistas y han decidido no promover ningún tipo de lucha real. Y se acerca diciembre (habitualmente se habla de los diciembres calientes), pero desde el punto de vista de la burocracia de la CGT, de la burocracia de las CTAs y de las burocracias piqueteras, será un diciembre de pacto con el gobierno libertario a un año de su ascenso al poder. Este es un tema clave.
Ahora, ¿cómo vive esto el pueblo argentino? El pueblo argentino lo vive con muchísimas frustraciones, porque este año de Milei fue de rebajas salariales, de despidos, de avance de privatizaciones, de confiscación de las jubilaciones, de incremento de la pobreza, de incremento de la indigencia. Todo esto sin que, insisto, la CGT haga absolutamente nada para enfrentar esta situación.
Y es interesante ver cómo esto se refleja en el gobierno libertario, que asumió con un discurso contra la casta. Y si hay una verdadera casta en Argentina, esa es la burocracia sindical; uno ve esto en los distintos secretarios generales que llevan 20, 30 o 40 años a cargo de los sindicatos. Pero… ¿Qué ha dicho el gobierno de Milei? “Nosotros preferimos tener a esta casta burocrática en los sindicatos y no buscar otra forma de dominación de las organizaciones obreras”, como pretende, por ejemplo, un sector del radicalismo que, a través del diputado Tetaz, trató de impulsar una ley de “democratización” de los sindicatos cuya implementación es una forma también de dirigir los sindicatos a través de la burguesía pero a partir de una fragmentación. ¿Y qué dijeron Milei y su bloque parlamentario? “No nos interesa, no queremos aprobar ninguna modificación de la organización actual de los sindicatos”. No solo fue una especie de devolución de favores a la CGT que no lucha contra su gobierno; la clase capitalista tomada integralmente prefiere este monopolio de la burocracia sobre los sindicatos porque le da más seguridad a la hora de hacer pasar su plan de ofensiva: los despidos, la confiscación del salario, la reforma laboral a través de los convenios colectivos, etcétera.
Eso es lo que tenemos acá. La burguesía prefiere sindicatos manejados por una burocracia del peronismo, no quiere una fragmentación sindical como ocurrió en el pasado, que puede debilitar los sindicatos pero también generar las condiciones para que aparezcan tendencias clasistas –como pasó, por ejemplo, en la década del 70 con el Sitrac-Sitram, que eran sindicatos de empresas, originalmente con direcciones muy colaboracionistas de esas empresas, pero que al tener una burocracia más débil fue más fácil apartarla, expulsarla y que esos sindicatos sean recuperados por los trabajadores.
Entonces, acá hay un tema clave: que dentro de la burguesía solamente una fracción minoritaria defiende una línea de “democratización” de los sindicatos, y es especialmente el radicalismo. ¿Y por qué? Porque el radicalismo disputa con el peronismo, ante la burguesía, cuál es el partido que tiene mejores condiciones de garantizar la gobernabilidad. El peronismo le dice la burguesía “yo controlo los sindicatos”, “yo te garantizo, clase capitalista, que puedas llevar adelante la explotación de los trabajadores”. Y el radicalismo es mucho más frágil y quiere debilitar al peronismo en ese control para ganar puntos frente a la clase capitalista y postularse como recambio eventual de gobierno de Javier Milei; esto es un viejo debate en Argentina, viene de la década del 60 y por eso la mayoría de las veces los gobiernos defendieron el monopolio de la burocracia sindical de los sindicatos; eso hizo que Alfonsín fracase con la ley Mucci en el año 86, hizo que ahora Javier Milei no quiera avanzar con la “democratización” de los sindicatos, hizo que el propio Mauricio Macri, cuando gobernó, haga un pacto con Moyano. Es decir, es la línea estratégica de la clase capitalista. Por eso la mejor manera de enfrentar al gobierno de Javier Milei es con la lucha en los lugares de trabajo y la lucha en los sindicatos para expulsar a la burocracia sindical. No se plantea un frente único con la burocracia, la unidad de los trabajadores –que tanto se canta en las manifestaciones como objetivo estratégico para derrotar a Milei– requiere la expulsión de la burocracia porque la burocracia es un factor de división de los trabajadores y de beneficio de la clase capitalista.
Por adelante tenemos enormes desafíos. El 5 de diciembre se va a realizar una manifestación en Plaza de Mayo; desde ya que las tendencias clasistas y de lucha van a estar presentes porque no vamos a criticar la “tregua” de la burocracia desde la pasividad. Pero esto no significa que la marcha del 5 sea un canal, sino que va a ser forzosamente minoritaria, y, como decía al inicio, se realiza en función de las internas dentro del peronismo. Lo que se plantea, por lo tanto, es una línea de lucha en los lugares de trabajo, en los sindicatos, para enfrentar la ofensiva capitalista, derrotar la reforma laboral que pasa por los convenios colectivos de trabajo –recuerden a Barrionuevo cuando le dijo al gobierno “de la reforma laboral nos encargamos nosotros”. “No hace falta una ley, modificamos los convenios colectivos de trabajo en acuerdo con los patrones de cada lugar” –para la burocracia eso es una línea estratégica, porque es ella la que tiene que firmar y al hacerlo defiende esa capacidad de intermediación parasitaria que hace que sea tan valorada por la clase capitalista.
Entonces, la lucha contra la reforma laboral, la confiscación de los salarios, contra los despidos, aparece como el tema clave del momento y para los trabajadores esa lucha es vital porque es necesario revertir lo que es una situación de ofensiva capitalista. Y solo un trabajador que está a la ofensiva en su lugar de trabajo, en su sindicato, es un trabajador que puede pensar como clase y sacar conclusiones más de fondo. Por eso es necesario expulsar a la burocracia sindical y recuperar los sindicatos como instrumento de la lucha de clases. Y eso en unidad directa con la construcción de un partido de los trabajadores, porque la lucha contra la burocracia es una lucha política, ya que implica la separación de los sindicatos del Estado y llevar a los trabajadores a elevarse como clase para sí, como clase consciente de sus intereses de clase.